2° PARTE


Los complementos



Si en los años 70 Ward registraba su experiencia en la Escuela Especial con unas pesadas filmadoras que grababan en Betamax, -material que se perdió y las fotografías eran rollos que se mandaban a revelar, pagando por cada copia aún cuando salieran borrosas-   en esta ocasión esa experiencia sería solo pasado, parte de la historia. 

 

Hoy se debía sistematizar, documentar y registrar.  Para ello se incorporaron al proyecto dos profesionales, Elliot Morfi Bartolo en el audiovisual, quien elaboraría al final del proyecto un documental del proceso y la edición de la obra como tal para dejar evidencias del trabajo en alta definición.   

 

Por otra parte, al fotógrafo Carlos Carpio Legarda, le correspondería registrar todo en imágenes de archivo, material a usarse en la gráfica y publicidad del proyecto.

 

La Música y el compositor

Una obra de teatro debe tener música, una banda sonora que la identifique y de preferencia creada originalmente para ese propósito.

 

Como dramaturgo y director teatral Guillermo Ward ha trabajado con varios músicos desde que era integrante de las agrupaciones teatrales  TIUN y TENOR  (Teresa Lizardi, Dámaso Ceballos, Cristian González) quienes le crearon música a las letras de las canciones de sus obras de teatro infantil estrenadas por esas agrupaciones en los años 70-80.

 

A partir de la creación de la Compañía de Teatro Viola Fénix, ha sido Félix Manzo el encargado y responsable de  seleccionar y definir las bandas sonoras para las producciones teatrales, siendo característica de los montajes de los años 90 la edición de una  banda sonora incidental basada en música envasada y soundtrack de películas poco conocidas. Arduo trabajo de búsqueda para que el público no las asociara a un cantante, a una película o a un comercial, además que se debe pagar derechos de autor.

 

Es a partir de los últimos montajes  (2011-2012) donde se recurre a la creación propia y a la originalidad en banda sonora para las obras, trabajando e incorporando a músicos y compositores locales, como  Rodo Miranda para “Cartas de la pampa” y Omar Contreras para “Desiertos Imaginarios”. 

 

Salomón Marabolí Illesca, es un joven compositor y músico iquiqueño, con experiencia  componiendo música para documentales, jingles y videos corporativos,  a quien se le solicitó la tarea de componer la música para “El Aprendiz de sonrisas”.

  

Participó de los ensayos, conoció la propuesta de dirección, el texto y siguiendo las instrucciones de Félix Manzo quien como Asistente de Dirección y con experiencia en musicalización de obras teatrales, empezó a enviar sus propuestas, se crean las atmósferas, música para las canciones, estados de ánimos, acentos y quedó la música elaborada, original  y definitiva: “rítmica, alegre para envolver con armonías y colores musicales un cuento que habla de la felicidad”, así lo pidió el director

 

Los Talleres vinculares

Los vínculos afectivos proporcionan al ser humano fortaleza, confianza y seguridad en los momentos difíciles,  también mejora la comunicación en las relaciones interpersonales. Estamos más dispuestos a escuchar y comprender los mensajes, facilitando la apertura emocional y la  expresión de los sentimientos.

  

Teniendo presente que la vinculación afectiva reforzaba la confianza y mejoraba el conocimiento entre  ambos integrantes de una relación,  se estableció que cada actor debía realizar un taller vincular con el grupo de jóvenes Down.  Para ello se utilizaron  diversas formas para conseguirlo: dinámicas grupales, juegos,  expresión e imitación corporal y otras actividades simples sin demasiadas reglas, lo importante era acoger  y aceptar al otro tal cual era.

 

El ciclo duró cinco sesiones, cada una de 60 minutos aproximadamente. Para ello, se utilizó el Salón Jacarandá facilitado por la SENADIS Tarapacá, se despejaba el espacio de sillas, dejando solo una hilera al fondo donde se ubicaban los padres y luego cada actor empezaba a trabajar con los jóvenes, previamente una breve conversación y un caldeamiento corporal.

 

La propuesta de dirección

Para empezar a trabajar en el montaje de una obra de teatro, previamente se parte con una premisa: qué es lo que se quiere decir y desarrollar en el trascurso de la obra, conjugando dos posturas, el texto y la dirección teatral. En otras palabras, la dramaturgia y la decodificación de ella en imágenes y acciones por quien dirigirá la puesta en escena, más el apoyo de los técnicos (maquillaje, vestuario, iluminación, sonido, escenografía, utilería, gráfica).

 

En este caso, ambas correspondieron a la misma persona, siendo la premisa “aprender a ser felices a pesar de las dificultades”, decodificándose en “colores, música alegre, personajes divertidos”, a través de una puesta en escena simple, minimalista, donde existiera unión entre vestuario y elementos escenográficos, con ciertos caracteres barrocos para destacar a los actores Down. Un lindo cuento en que prime el color púrpura, color de la espiritualidad.

 


Se trabaja también con el diseñador gráfico -Jorge Saez Avilés- para elegir tipografías, los diseños de gigantográfias, afiches, etc.  El vestuario es diseñado por el mismo director (vasta experiencia  en esta área) quien hace los bosquejos, elije los colores,  busca las telas, adornos y da las instrucciones a la modista -Carmen Romo- (experta en trajes para espectáculos) sobre las confecciones, detalles, mezcla de telas y coloridos.