El otro yo
Hace mucho tiempo atrás, -cuando ya han pasado varios soles y lunas- había una escuela pequeña con nombre de flor donde asistían a clases niños especiales, eran pequeños, de ojitos rasgados, los que atendía un joven profesor quien además era artista.
Hace mucho tiempo atrás, -cuando ya han pasado varios soles y lunas- había una escuela pequeña con nombre de flor donde asistían a clases niños especiales, eran pequeños, de ojitos rasgados, los que atendía un joven profesor quien además era artista.
Los niños aún no hablaban, pero se comunicaban con
el teatro, él se disfrazaba, le contaba historias, canciones… un cuantohay para
tenerlos siempre activos y atentos.
La sala de clases era una verdadera casa, tenía un
pequeño living, un comedor, un acuario, una ventana falsa que tenía siempre de
paisaje un bello atardecer de un día asoleado, ah! también había un buzón y una
señorita Asistente que los apoyaba en todo, incluso llevando el Betamax
mientras el melenudo y delgado “tío” filmaba sus avances.
Todos los días salían a pasear agarrados a su
cotona en una larga fila india, no eran más de 12, recorrían dos o tres cuadras
para llegar a una plaza. Allí conversaban de los perros, los gatos, los loros,
corrían, jugaban, él era otro más. Así fueron varios años, el tiempo pasaba y
ellos seguían siendo pequeños. El profesor los dejó pero nunca se olvidó de
ellos ni de sus papás, a quienes siempre incorporó en todo.
Pasaron los años, el tío ahora estudiaba otras
disciplinas, escribía teatro, actuaba. Ya mayor se preocupó por comprender más
sobre el ser humano, sus conductas, su interior, etc. A veces, se encontraba
con sus niños, ya adolescentes, quienes lo miraban, lo miraban y sabían que era
el “tío Memo”. Carolina, Oscar, Mauricio, grandes abrazos, lo recordaban. Las
mamás le contaban sus andanzas de escuelas en escuelas hasta ser ya grandes,
jóvenes. Unos ayudaban en sus escuelas barriendo, otros... Hasta que un día en
las puertas del Casino de la ciudad, este tío que también creció, con
experiencia, estudios y conocimientos escuchó que un niño bailaba y acompañaba
a la cantante. Sí, era conocido, se comentaba sobre este joven Down "Y que
voy hacer, así se entretiene, me acompaña, nadie nos pesca". Esto remeció
todo su ser. “Ya pasaron la edad de la escuela, nadie los incorpora, nadie los
incluye” concluyó la madre.
Luego de 33 años de este primer encuentro, se
engendra la idea de trabajar artísticamente con ellos, existen los fondos, el
tiempo, el deseo, los acompañantes. Se rencuentran, recuerdan. El tío, ahora es
Guillermo el Director de Teatro, escribe para ellos “El Aprendiz de sonrisas”,
ensayan la obra, todo resulta maravilloso, los padres son los mismos padres de
antaño. Ellos, jóvenes grandes. Entonces sucede algo, algo mágico… una luz que
aclara el camino. Una tarde, cuando el profesor de los años 80 reflexionaba
para escribir un artículo para el libro que testimoniaría el proceso teatral,
se da cuenta que esa historia, que ese cuento, esa escuela, esa plaza, esa Miss
Rita, esa Felicia, esa idea fuerza de ser feliz a pesar de las
discriminaciones, de ser rescilientes, de conocer y luchar con tantos
Sinrisones que odiaban la felicidad, eran parte de su propia biografía. El
aprendiz era él, no la sombra.
Síndrome
de Down
El síndrome de Down debe su nombre a John Langdon
Haydon Down, quien en 1866
fue el primero en describir
sus características. En ese año el médico inglés trabajaba como director
de un Asilo en Earlswood, Surrey, realizando un exhaustivo estudio a muchos de
sus pacientes. Con esos datos, publicó en el London Hospital Report, un
artículo donde describía detalladamente las características de un grupo que
presentaba muchas similitudes físicas, similitudes también en su capacidad de
imitación y en su sentido del humor.
En julio de 1958, el científico Jérome Lejeune descubrió que el
síndrome, era una alteración o trastorno genético, causado por la presencia de una copia extra del
cromosoma 21 (o una parte del mismo),
en vez de los dos habituales. Razón por la cual se denomina también Trisomía
del par 21 siendo por esta alteración
la presencia de un grado variable de discapacidad cognitiva y de rasgos físicos
peculiares que le dan un aspecto reconocible a la raza asiática, a los mongoles.
No se conocen con exactitud
las causas que provocan el exceso cromosómico, aunque se relaciona
estadísticamente con una edad materna tardía y es la causa más frecuente de
discapacidad cognitiva congénita.
La información arqueológica más antigua de la
que se tiene referencias es el hallazgo de un cráneo sajón del siglo VII,
en el que se describieron anomalías estructurales compatibles con un varón con
dicho síndrome. También existen referencias a ciertas culturas, el
caso de esculturas olmecas que podrían representar a personas afectadas
por el síndrome y dos pinturas, una de ellas “La Virgen y el Niño” de Andrea
Mantegna (1430-1506) que parece representar a un niño con rasgos físicos que
evocan los de la trisomía, así como el cuadro de Sir Joshua Reynolds (1773)
“Retrato de Lady Cockburn con sus tres hijos”, en el que uno de los hijos
aparece con rasgos faciales típicos del SD. Las personas con síndrome de Down tienen una
probabilidad algo superior a la de la población general de padecer algunas
enfermedades, especialmente de corazón, sistema digestivo y sistema endocrino,
debido al exceso de proteínas sintetizadas por el cromosoma de más.
Los avances actuales en el
descifrado del están desvelando algunos de los procesos bioquímicos
subyacentes a la discapacidad cognitiva, pero en la actualidad no existe ningún
tratamiento farmacológico que haya demostrado mejorar las capacidades intelectuales
de estas personas. Pero sí es efectivo que las terapias de estimulación precoz
y el cambio en la mentalidad de la sociedad están suponiendo un cambio positivo
en su calidad de vida, en la visibilidad y en la inclusión en todo
ámbito cultural.
El proyecto y sus fundamentos
La resiliencia es una facultad inherente al ser
humano que le permite salir adelante, solucionar problemas, levantarse, buscar
alternativas potenciando sus propias capacidades, a veces inertes, abúlicas,
pero que todos poseemos y que en casos de extrema necesidad, vulnerabilidad
aparece, aflora, se incentiva y para que esto suceda, como dice Barudy “sólo se necesita un poquito de amor”
para que gatille el “tirar para arriba” a pesar de todo.
El 10 de febrero de 2010 entró en vigencia la Ley
Nº 20.422 que establece normas sobre igualdad de oportunidades e inclusión
social de personas con discapacidad, asegurando el disfrute de sus derechos y
la eliminación de cualquier forma de discriminación fundada en su discapacidad.
En lo formal, es en la Educación Especial (Escuelas y Centros de Capacitación Laboral)
donde a los alumnos con algún tipo de discapacidad -cognitiva, motriz o sensorial- se les potencian las habilidades
artísticas a través de diversos talleres regulares y/o extraescolares (folclore, artesanía, jardinería, teatro,
etc.) no solo por el hecho de la entretención, si no porque
efectivamente está comprobado que el arte es una acción terapéutica
efectiva.
Cada fin de año, al cierre del proceso escolar vemos
en veladas o actos a niños y jóvenes que nos emocionan con sus danzas y
actuaciones, es un potencial que aflora, destacándose en algunos de ellos
“verdaderas aptitudes artísticas”, que sobresalen de la norma de su
medio. Lamentablemente al terminar su escolaridad estos “niños” se pierden, no
hay espacios recreativos para continuar con sus habilidades histriónicas y
deambulan con sus madres por bingos, kermeses, tambos llamando la
atención por sus cordinados ritmos al sentirse motivados por la música del
ambiente o simplemente salen a bailar sin ningún tipo de vergüenza. Es
evidente que encausándolos e integrándolos a una propuesta de corte profesional
y con recursos podrían dar mucho más, sus “problemáticas” no los limitan, por el contrario, han desarrollado
capacidades especiales, un carácter tierno y acogedor.
Esta potencialidad de los jóvenes con capacidades
especiales no ha sido asumida por las agrupaciones artísticas de la ciudad de
Iquique, no existen Centros Artísticos de Integración. Por lo mismo, no se sabe
tratar con ellos, o solo es una integración a media, a un segundo plano
de asistencialidad.
Por otro lado, lo que se hace a nivel educacional
dentro de las escuelas especiales es muy positivo y valorado. Faltan recursos
humanos, económicos y tiempo para la producción de espectáculos (no es su objetivo), además los
establecimientos carecen de infraestructura técnica que apoye estas
actividades, como cámara negra, parrilla de iluminación, etc.
Hace treinta y nueve años atrás el ejecutor de este
proyecto trabajó como profesor en la Escuela Especial F-81 (Hoy Flor del Inca) de la ciudad de
Iquique, allí formó un Grupo de Teatro con niños especiales, incorporó a padres
y apoderados y participaron en festivales especiales en Santiago, fueron
reconocidos. Esta experiencia es parte de la historia mítica de dicha
escuela, quedando en la memoria de solo quienes participaron en ese entonces.
No hubo registros gráficos, ni testimonios escritos, solo recuerdos.
Los años han pasado, son muchos. La diferencia está
en que hoy es más accesible la tecnología, se ha adquirido mayor experiencia,
existen los fondos concursables para proyectos culturales, lo cual permite
registrar, sistematizar estas experiencias para que tengan trascendencia
y certeza de su ejecución.
Este proyecto financiado por el Fondo de Cultura
del Gobierno Regional de Tarapacá (Año
2013) ha permitido la inclusión activa de siete jóvenes con síndrome de
Down incorporándolos como “actores” en todo el proceso de montaje de una
obra dentro de una Compañía de Teatro e integrándose al elenco de actores
profesionales como sus pares.
Efectivamente poseen capacidades especiales,
habilidades artísticas que ha sido posible resaltar con el apoyo de un equipo
profesional dedicado a ello, con un gran corazón e interés por “hacer una gran obra teatral”, no por el
afán social o terapéutico, sino de inclusión efectiva, reconociendo el
derecho que tiene todo ser humano a ser feliz, a disfrutar del arte y de la
belleza.